En el antojo del sueño
apareces entre el vuelo de mi falda ancha
te agitas en los remolinos de su viento rojo
hueles con tus manos de hombre hambriento
mis muslos largos y desnudos
trepas con tu lengua la vertiente de mi pubis
sacias tu sed en la savia blanca de sus pliegues.
Quiebros de garganta sacuden la noche.
Mercedes Ridocci
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