Por detrás de la Orante,
con la rigidez del acechoy paso condenado a muerte,
el macho apresa a la hembra
arremete su entrada sagrada.
La Orante, convulsa en placer caníbal
abandona su plegaria,
le extirpa la cabeza al macho
y con sublime orgasmo
succiona el seso reventado,
mientras el decapitado
con la carne fragmentada
derrama su espuma blanca
en el vientre de la Orante.
Mercedes Ridocci
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