Desperté con la venda de la tristeza,
lenta y densa se adhirió a mi rostro
derramándose líquida hacia mis pies.
Desafiándola, me puse un alegre vestido
arrojándome a la mañana que con su risa me insultó
-a la tristeza es inútil engañarla-
Me empapé de su adagio sin miedo y sin reserva,
comprendí que la tristeza sosegada y silenciosa
volvería a descansar bajo mi almohada.
Poema e imagen - Mercedes Ridocci.
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