Con tu rostro oculto,
descubres ante mis piernas cruzadas tu arrogante espalda.
Mis pies se enredan en tu cola de caballo gris
vertida en cascada de sinuosos anhelos.
Tus manos, de dedos largos y finos,
se dibujan al costado, lían un cigarrillo acariciando el papel,
y lo sellas con tu lengua… como si fuera en mi piel.
Te incorporas, … te vas sin desvelar tu rostro.
Tus botas de vaquero pisan fuerte,
resuenan en los adoquines ecos de un adiós,
a solo unos instantes
de mi efímera pasión.
Mercedes Ridocci
2/3/25
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