Todas las mañanas le veo sentado en la mesa de una esquina del café.
El reflejo del sol que se filtra a través de la ventana
acentúa su cara triste.
Le observo desde la mesa de enfrente.
Escribe sin parar.
De vez en cuando levanta la vista y su mirada abstraída
traspasa mi rostro de cristal.
Me pregunto cuál es la historia que traza entre su mano y el papel.
Un día, me levanté, fui hacia su mesa, y le dije:
- ¿Por qué estás siempre triste?
- Por ti - me contesto.
- ¿Sobre que escribes?
- Sobre ti.
- ¿Y como es tu historia?
- Triste como tú.
Me miré en su rostro, y en él vi reflejada…
mi cara triste.
Mercedes Ridocci
Del libro "Historia de mujeres de otros relatos
Imagen - Mercedes Ridocci
Imagen - Mercedes Ridocci
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