En el tren de la alborada
viajo hacía la tierra que llora.
No enjugaré sus lágrimas,
las recogeré en el cántaro
con asas labradas de futuro y de pasado.
Durante dos noches reposará en el alfeizar de la luna maga,
su hechizo absorberá el salado amargo.
Al tercer día, antes del amanecer,
sedienta beberé el embrujo.
De vuelta en el tren de la alborada
Dejaré, para siempre,
a la tierra que llora.
Mercedes Ridocci
No hay comentarios:
Publicar un comentario