La palabra convertida en un instrumento del cuerpo, y la autora habla del cuerpo como instrumento de esa pasión. El cuerpo ha llegado a ser la preocupación máxima; es un interlocutor perfecto. Es este cuerpo al cual se ama u odia, se cuida o maltrata, el cual se esculpe o descuida; es de este cuerpo de quien se espera que nos entregue los nuevos mapas del ser, del amor. Reclama, exige, escupe, deshecha; ama, duele y fenece.
Isabel Rezmo
(extracto del prólogo)